Una boda tradicional no es lo mismo que una boda convencional. Hoy quiero compartiros la maravillosa experiencia de Alba y Diego en su gran boda “tradi” para la cual me eligieron como su fotógrafa.

Una boda tradicional castellana: novedosa y muy original

Adoro mi trabajo, entre otras cosas, porque me lleva a vivir momentos irrepetibles, llenos de emoción. En esta ocasión, lo tradicional ha resultado de lo más refrescante y original.

Mi especialidad es la fotografía documental para bodas, por lo que esta boda fue todo un reto para mí. Múltiples emplazamientos, escenarios con elementos nuevos, rituales que presenciaba por primera vez… Para poder transmitir cómo fue el enlace de una forma más cercana, os comparto una breve entrevista que le hice a Alba, la novia, para que sea ella quien narre en primera persona lo que la motivó a adaptar su gran día a la fiesta que ella y su pareja habían soñado.

Entrevista a la novia de una boda “tradi”

P. ¿Por qué decidiste organizar una boda tradicional castellana?

R. Teníamos claro que no queríamos una boda al uso. El apellido “tradicional” se lo pusimos en el sentido de que sí que tuvo muchos detalles que recuerdan a las bodas que se celebraban antaño, aquellas bodas que duraban tres días (preboda, boda y tornaboda) y donde se cantaba y bailaba hasta que no se podía más.

Escogimos nuestra casa del pueblo, en Escalada (Burgos), donde tenemos un terreno amplio y una casa que hace años había sido taberna y salón grande con escenario y todo, así que reunía todos los requisitos para un festejo como el que habíamos planeado. Esto nos permitió la tranquilidad de no tener una hora de cierre para poder alargar la diversión hasta cuando quisiéramos. Por otro lado, la estructura de la casa nos permitió crear dos ambientes, uno con música tradicional y otro con música más actual, de forma que los invitados pasaban de un ambiente a otro como quien cambia de siglo, con sólo dar unos pasos.

Además, ya estamos acostumbrados a organizar fiestas como las marzas (la llegada de la primavera) donde juntamos a todos nuestros amigos para cantar y bailar. Así que teníamos claro que queríamos hacer algo similar para el día de nuestra boda, pero a lo grande.

P. ¿Qué diferencias hay con una boda convencional actual?

R. Lo que marcó la diferencia respecto de una boda al uso, es el protagonismo que se dejó a los invitados y los diferentes rituales tradicionales que realizamos. Varios grupos de amigos realizaron sus aportaciones, y como casi todos están muy relacionados con la música en general y con el folclore en particular, se creó un ambiente único.

Por supuesto, los novios nos encargamos de los elementos básicos de una boda convencional, pero fueron los invitados quienes se encargaron de incluir múltiples sorpresas que se fueron sucediendo desde el viernes: la ronda a la novia, la enramada a la ventana y las numerosas canciones que milimétricamente tenían pensadas para cada momento. La verdad es que fueron esos pequeños detalles los que hicieron único el evento. Confiábamos en nuestros amigos, que nos fueron regalando un trocito de sus pueblos y sus tradiciones con cada canto y cada acto.

P. ¿Cómo fueron los preparativos?

R. Familiares y amigos nos ayudaron con la decoración, los detalles para los invitados, la iluminación exterior… En cuanto al catering, teníamos claro que lo contrataríamos, ya que lo importante durante la fiesta es que todos podamos disfrutar del momento. Otra de las cosas que pudimos delegar fue la elección de la fotógrafa, ya que fue recomendación de nuestro amigo Alberto y la verdad es que no miramos más…¡todo un acierto!

En cuanto a las canciones, las elegidas para la preboda y la boda fueron aportaciones venidas de los lugares de donde era cada uno, de pueblos de Burgos, Soria o Zamora, por ejemplo. Para la merienda, elegimos una orquestina al estilo principios de siglo, la Orquestina de la Abuela Pina de los hermanos Ramos.

P. ¿Cuánto tiempo duró la boda?

R. Desde la tarde-noche del viernes, hasta la madrugada del domingo. El viernes concentramos los rituales más tradicionales, la música, etc. Y ya el sábado por la tarde fue la ceremonia más convencional. Mis amigas fueron las encargadas de ayudarme a vestirme y peinarme, fue un gran trabajo en equipo.

Cuando llegó la hora vino mi padre a recogerme y me acompañó hasta la puerta de la casa. Diego, el novio, venía a recogerme desde otra casa del pueblo donde se había preparado él. Ahí comenzó un pasacalles por el pueblo camino a la iglesia románica para hacernos allí unas fotos, amenizado por los mellizos de Lastras de Cuéllar (Segovia), todo un privilegio que no olvidamos. En el camino de vuelta se fue uniendo gente del pueblo muy ilusionados, ya que hacía bastantes décadas que no se celebraba ninguna boda allí.

El acto más formal estuvo a cargo de nuestro amigo Quique de Soria (Enrique Borobio) como maestro de ceremonias, aunque legalmente nos casamos una semana antes. Fue el rato más serio, pero a la vez muy cercano y en confianza.

Luego comenzó el cóctel, una merienda a base de productos de la tierra: torreznos, zurracapote (bebida a base de vino con frutas que se usa mucho en las fiestas de los pueblos de aquí), carne a la parrilla o cangrejos. Todo muy de toda la vida y en abundancia. Todo este momento estuvo amenizado por la música en directo de la Orquestina de la Abuela Pina, ¡resultó una tarde fantástica!.

P. ¿Qué elementos tradicionales llevaste? Recuperación, préstamos, reproducciones, peinados, canciones…

R. Los guiños a la tradición que llevé fueron varios. Primero: el corazón de la novia, una réplica de una joya antigua que conserva actualmente la virgen del pueblo de Rabanera del Pinar en Burgos. Este corazón lo regalaban antiguamente los novios a las novias y era un elemento de la joyería tradicional, hoy como digo, conservado en la virgen por una donación.

Otra joya única fue la que me regaló mi amigo Quique, una réplica de un pasador antiguo del pueblo de Aldehuela del Rincón de la provincia de Soria, que se usa para hacer el moño. Fue toda una sorpresa y recuerdo llevarlo como uno de los mayores tesoros de ese día. Me regalaron también unas horquillas con forma de estrella, réplicas de unas ribereñas para adornar el peinado. Mi peluquera oficial para estas cosas tradicionales es mi amiga Ana, que para mi gran día me hizo un moño rodete, moño muy habitual entre los peinados tradicionales hasta principios del siglo XX, que adornado con las horquillas lució espléndido. Como prenda más sentimental llevé la liga con la que se casó mi madre, pero eso no se veía…

P. ¿Qué les dirías a las novias que se están planteando realizar una boda de este estilo?

R. Que no tengan miedo en hacer cosas distintas y que no se ciñan a lo establecido. Lo diferente gusta más y al final una boda es algo tan personal que mejor que sea al gusto de los novios.

Poco más podemos aportar para enfatizar en la importancia de organizar la boda del estilo que mejor encaje con los novios, para que en su gran día, sus familiares y amistades disfruten viendo a la pareja brillar con luz propia en la boda de sus sueños. Podéis sumergiros en la fantástica ambientación que consiguieron para su boda tradicional castellana Alba y Diego en este vídeo:

Y tú, ¿te animas a hacer una boda tradicional? ¿Te gustaría recuperar en tu celebración algún elemento de antaño? Contáctame y os acompañaré para inmortalizar cada instante y que tengáis el mejor de los recuerdos de vuestro gran día.

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