Cada embarazada que llega a mi vida es un regalo. Son tan fuertes y tan valientes…

Desafiando terribles augurios médicos, llegan al final del embarazo. Disfrutando y venciendo miedos.

Porque no somos bombas a punto de explotar.

Porque nunca estaremos más llenas de vida.

Porque podemos saltar, correr, bailar…

A pesar de que…

Una amiga dejó de correr.

Otra dejó de bailar.

Y olvidó el sabor del jamón serrano.

Otra recibió broncas por cada kilo ganado.

Otra tuvo que buscar ayuda médica lejos de casa porque aquí no era importante.

Otra hizo turísmo obstétrico (cambiar de ciudad, provincia o comunidad para parir).

Otra escuchó los peores augurios por parir en casa.

Otra fue tachada de loca por decir NO a la epidural. Otra por decir SÍ.

Otra intentó que se girara su bebé por todos los medios e intentó un parto de nalgas a cientos de kilómetros de casa.

Otra parió más allá de la semana 42, y su bebé no caducó.

Otra tuvo que decir que no a su parto soñado en casa porque eran mellizos. Y después, tuvo un parto soñado en el hospital. Porque los embarazos múltiples también se pueden parir.

Y se pueden alimentar de lactancia materna exclusiva.

Otra parió en su hospital de referencia y recibió todo tipo de maltrato hospitalario, violencia obstétrica, separación innecesaria de su bebé, sólo porque sí.

A otra la parieron, porque le metieron tanto miedo que aceptó una cesárea.

Otra porque la agenda de su ginecólogo era más importante que la de su bebé.

Otra no supo que su cesáera era innecesaria. Y no quiere saberlo. Porque saberlo haría la herida terriblemente dolorosa.

Otra tuvo una cesárea respetada y necesaria. Y lo sabe. Y aún así, duele.

Otra tuvo un parto en el hospital y fue respetada en todo. Y su bebé también.

Otra parió en casa, y fue maravilloso.

Otra parió en el coche camino del hospital.

Otra tras horas de dolor.

Otra en media hora tenía a su bebé en brazos.

Otra tuvo un parto maravilloso. Muchas lo tuvieron.

Otras muchas no. La mayoría no.

 

 

Quise hacer una entrada positiva, porque ellas están llenas de positivismo. Pero si sigo relatando los partos de mis amigas, la lista seguirá creciendo en negativo.

Ojalá algún día, pronto, los positivos sean mayores que los negativos.

Que lleguen emponderadas, poderosas y preciosas. Que reciban a su bebé como todo ser humano merece ser recibido.

Sólo así el mundo será mejor.

 

Ojalá que vuestros partos sean todo lo soñado y respetado que os mereceis.

 

 

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